Buscar este blog

jueves, 8 de octubre de 2015

Cultura , caos y competitividad globalizada( 2 min.)


Cultura , caos y competitividad  globalizada( 2 min.)

por

Juan B Lorenzo de Membiela


«Una globalización, en donde no importan derechos mínimos, tampoco máximos,   implica tal grado de competitividad que los límites de la cultura pueden quebrar».


Ubicados en lo imprevisible quisiera  esbozar   pinceladas que mitiguen    nuestra desconcierto. No porque ofrezca soluciones para recuperar  otras  épocas más prósperas sino porque nos ubica en un   contexto temporal   en constante cambio que hay que asumir. Lo que para nosotros, hoy, es   crítico y antes, próspero,  son  únicamente  aristas de una misma geometría. Reflejos de   una   evolución de la cultura, la economía y la política, que están en errática y constante evolución (Inglehart, 2001: 17).

La  ley del «  movimiento continuo »   de Newton  para quien el universo es constante, exacto y previsible,  fundamentó  todo  nuestro saber. Pero es imposible que pueda razonar   la evolución de fenómenos atmosféricos; las oscilaciones de los ritmos cardiacos o las alteraciones eléctricas en el cerebro. No ofrece explicaciones para conocer el comportamiento de los mercados financieros  o los desafíos de la gerencia ante las interacciones  internas y externas en  las  organizaciones. 

Edgard Lorenz  en los años 60 descubrió  la teoría del caos en investigaciones  meteorológicas. Hoy,  Herman Haken, estudia  los efectos que   minúsculas irregularidades  causan en un sistema avocándolo posteriormente a la incertidumbre. Es el llamado « caos determinista ». Los efectos no son lineales: una causa no tiene por qué producir un efecto o puede producirlo desproporcionado. La teoría del caos no es una teoría del desorden sino un orden disfrazado de anarquía.

Esta tesis fue trasladada a la gerencia por James Gleik, en su obra « Making of a new science »  y por  Margaret Wheatleys, en su estudio  « Leadership and the new service ». Apostaron por asumir   el empleo de la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica y la teoría del caos en la gestión pública y privada. Es un desafío íntimo del empresario y del gerente para colocarse sobre nuevas atalayas, sobre distintas perspectivas, para hallar una salida diferente en un único escenario de recesión.

En tiempos de penumbras, crisis que ahogan nuestros presentes y expectativas, el caos es una invitación a la creación imaginativa. También la fantasía es caos en cuanto no producida por elementos racionales que se encuentran sometidos a criterios conservacionistas. Precisamente la genialidad consiste en  ver lo que otros no han visto porque su espíritu está más libre de convencionalismos. Esta afirmación choca frontalmente con los esquemas burocráticos que ante la adversidad endurecen sus rasgos identificativos como la jerarquía, el reglamento, su carácter hermético rechazando la interacción social.

En el caos lo difícil y lo que aquilata a un directivo como tal es adoptar una  decisión  acertada que es imposible  pronosticar y  sólo  intuir. La inspiración irracional y abstracta como probable solución. Preferible a caer en una inactividad conservacionista quedando a merced de circunstancias predadoras.

La estructura de la empresa debe convertirse en flexible abandonando los clásicos patrones de jerarquía y mando, promover la superposición de funciones, delegar  poder  y describir con amplitud  las funciones de los   puestos de trabajo (Stacey, 1994). Lo que se pretende es crear un caos controlado dentro de la organización para  afrontar desafíos no previstos. Se aprovecha la tensión que se genera   entre contradicción y tensión creativa, para encontrar indicios que fundamenten (racional o intuitivamente) una decisión correcta.

La incertidumbre ambiental es una contingencia importante para la estructura organizacional y los comportamientos internos y externos – competencia- . Para ello se implantan con más frecuencia en las organizaciones los departamentos de Inteligencia Competitiva (IC). Para Richard L Daft se procura información sobre las tendencias y gustos de los consumidores, rastrean el medio ambiente, buscan materias primas, nuevas tecnologías, examinan en « los cubos de basura » indicios de estrategias.

Es la necesidad imperativa de supervivencia, es la lucha contra el vacío, es la épica de vencer a la nada. No hay determinismo o si, pero el presente esta trazado por nuestra voluntad.

Una globalización, en donde no importan derechos mínimos, tampoco máximos,   implica tal grado de competitividad que los límites de la cultura pueden quebrar.


Es una realidad que atenaza conciencias pero procura supervivencia.